Hogares de esperanza: Entre las alas protectoras de Casa de Acogida Paula
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La preocupante estadística de mujeres víctimas de violencia de género y violencia sexual en la Amazonía ecuatoriana ha llevado a que hace 24 años la Fundación Ayllu Huarmicuna estableciera un albergue destinado a que pueda dar refugio y apoyo a este grupo, así, nace la Casa de Acogida Paula, un espacio en El Coca, Provincia de Orellana, que ha sido un rayo de esperanza para cientos de mujeres de ciudades cercanas y comunidades indígenas.
Casa Paula forma parte de la red de una red de 9 casas de acogida a nivel nacional. Estas casas de acogida son lugares que brindan refugio a mujeres víctimas de violencia que carecen de una red de apoyo familiar o amistades que puedan acogerlas junto a sus hijas e hijos. También son destinadas a aquellas mujeres que enfrentan un peligro real para sus vidas y necesitan trasladarse a lugares donde se les pueda brindar una protección adecuada.
En estas casas, las mujeres reciben alojamiento, alimentación, apoyo psicológico. Además, cuentan con espacios de terapia artística, talleres y una amplia variedad de actividades interdisciplinarias diseñadas para ayudarlas a recuperar su autonomía y reconstruir sus vidas. También reciben asesoramiento legal, a través del cual se elaboran y gestionan denuncias en casos de violencia intrafamiliar y abuso sexual. Se abordan aspectos legales tanto civiles como penales, y se proporciona orientación sobre la aplicación de la Ley contra la violencia a la mujer y la familia.
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Hace 5 años, Janeth Simisterra llegó a Casa Paula. Después de soportar 11 años de maltrato, tomó la valiente decisión de poner fin a su situación y encontró refugio en este centro. “Cuando una persona vive en una situación de agresión, llega a creer que ese es el entorno en el que debe vivir, que es algo normal. Sin embargo, al comenzar a capacitarse, a recibir atención y conocimiento, uno se da cuenta de que merece una vida libre de sumisión. Empiezas a tomar tus propias decisiones y dices ‘basta’.
Mi agresor solía limitarme en términos de recursos, me decía que sin él no sería nadie, que yo solo podría ser cocinera. Pero cuando recibí ayuda, todo cambió. Incluso mis hijos varones experimentaron un cambio positivo. Transformaron su perspectiva hacia las mujeres, fueron educados en igualdad de género y en responsabilidad compartida en el cuidado. Ahora, todos colaboran en casa en un ambiente de paz y unión familiar”, comparte Janeth.
Ella asegura que es posible romper el ciclo de violencia, pero es esencial tomar la decisión y mantener la constancia. “Nunca se queden calladas, no permitan que la violencia las oprima, porque la violencia engendra más violencia. Y así como nos violentan a nosotras, nuestros hijos son testigos y pueden normalizar la situación, replicándola en el futuro”, afirma con convicción.
El empoderamiento de las mujeres constituye un pilar fundamental en el proceso que están atravesando. Por esta razón, se les brinda capacitación en diversas actividades que les posibilitan desarrollar emprendimientos y generar sus propios ingresos, logrando así una independencia económica.
En el caso de Janeth, se involucró como administradora en la Asociación de Servicios de Limpieza “Mujeres Emprendedoras Bendecidas, Prosperas en Victoria”, la cual forma parte de la microempresa Fundación Ayllu Huarmicuna. Esta asociación se dedica a proporcionar servicios de limpieza para hogares y oficinas, además de producir artículos de limpieza como desinfectantes de pisos, detergentes líquidos, suavizantes, entre otros. El elemento esencial de esta Asociación es el talento humano, compuesto principalmente por mujeres que han experimentado o están experimentando violencia de género. Su participación no solo impulsa su recuperación y reintegración laboral, sino también contribuye a su desarrollo personal. “Desde que me uní a la asociación he adquirido habilidades en el manejo de compras públicas, economía popular y solidaria, gestión de archivos, elaboración de informes, manejo de programas como Word y Excel, administración y producción de productos de limpieza. Estas habilidades me permiten trabajar y mantener a mi familia”, declara Janeth.
Cada rincón de Casa Paula ha sido meticulosamente diseñado para combinar la calidez del hogar con la funcionalidad de un centro de apoyo. Las áreas administrativas son espaciosas, las habitaciones están distribuidas de manera óptima y las áreas comunales han sido ideadas para fomentar la interacción entre las usuarias. Aquí, las mujeres pueden disfrutar de actividades como ver películas, conversar, plasmar sus pensamientos por escrito, estudiar y, sobre todo, encontrar un lugar donde se presta especial atención a las áreas infantiles. La atención hacia los niños y niñas es de suma importancia en Casa Paula, ya que requieren un enfoque personalizado para superar los traumas de la violencia y el abuso. Por ello, se ofrece apoyo pedagógico y psicológico, proporcionando refuerzo escolar y herramientas adecuadas que permiten el desarrollo pleno de su potencial. Estas medidas se toman con el objetivo de garantizar que los menores encuentren un ambiente seguro y propicio para su crecimiento y recuperación.
Más sobre Casa Paula
La Casa Paula tiene capacidad de albergar a 10 grupos familiares o 30 personas. En lo que va del año 2023, aproximadamente 180 personas aproximadamente han recibido atención integral. El 80% de mujeres que ingresan a Casa Paula completan satisfactoriamente el proceso diseñado para su recuperación. Actualmente, Casa Paula enfrenta un desafío crucial ya que supera su capacidad para atender a sus usuarias. Esto se debe al notable aumento de casos de violencia de género y sexual, especialmente entre mujeres adolescentes, quienes conforman la mayoría de las beneficiarias de este refugio. Por lo tanto, su objetivo principal es llevar a cabo la expansión de sus instalaciones. para brindar un alojamiento más amplio. Además, planean crear un área dedicada a niños, niñas y adolescentes. Para estas últimas, se establecerá un refugio diferenciado, que les permita recuperarse de acuerdo con su edad y necesidades particulares. En la región, actualmente no existe un centro de este tipo, y este grupo vulnerable está a la espera de un lugar donde puedan recibir la atención que merecen.
Cifras
Según la Encuesta Nacional sobre Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres (INEC 2019), el 64.9% de mujeres ha recibido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia es la principal causa de muerte de las mujeres de entre 15 y 44 años. En Ecuador, según la Alianza Feminista para el Mapeo de los Femicidios, entre enero y abril de 2023 se registraron 122 muertes violentas de mujeres por razones de género. Lo que significa un femicidio cada 23 horas.