Día Internacional de las Mujeres Rurales: clave para la seguridad alimentaria y el desarrollo Sostenible en Ecuador

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El 15 de octubre, Ecuador se une a la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, reconociendo su rol crucial en la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo de sus comunidades. Empoderar a las mujeres rurales no es solo una cuestión de justicia social, sino una estrategia clave para la erradicación de la pobreza extrema y la lucha contra el hambre. A pesar de representar una cuarta parte de la población mundial y desempeñar roles esenciales como agricultoras, empresarias y trabajadoras asalariadas, las mujeres rurales enfrentan mayores barreras estructurales que sus contrapartes masculinas.

Las mujeres rurales constituyen una cuarta parte de la población mundial y son las principales responsables de la producción de alimentos en muchos países. En Ecuador, representan el 50% de la población rural y producen más del 60% de los alimentos consumidos en los hogares, según la FAO. A pesar de su enorme contribución, continúan enfrentando barreras estructurales y de género que limitan su acceso a recursos productivos y oportunidades de desarrollo.

Desigualdades persistentes

El empoderamiento de las mujeres rurales es fundamental no solo para avanzar hacia la igualdad de género, sino también para combatir la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición. Sin embargo, estas mujeres enfrentan desproporcionadamente múltiples formas de pobreza. Aunque son tan productivas y capaces como sus contrapartes masculinas, solo el 12,71% de las tierras agrícolas en Ecuador está en manos de mujeres (MAG, 2022). Esto limita su capacidad para tomar decisiones estratégicas sobre el uso de recursos y perpetúa su dependencia de los hombres en sus comunidades.

Además, las mujeres rurales soportan una carga desproporcionada de trabajo no remunerado. Según la FAO, dedican un promedio de 25 horas más por semana que los hombres a tareas del hogar, lo que restringe su tiempo y energía para actividades productivas fuera de sus hogares. Este exceso de responsabilidades, sumado a la falta de acceso a servicios públicos como la educación, asistencia sanitaria, agua y saneamiento, limita su capacidad para mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias.

Liderazgo y resiliencia en acción

A pesar de estos desafíos, las mujeres rurales de Ecuador han demostrado un liderazgo admirable en sus comunidades.

“Los hombres dejan de creer en la tierra gastada, roja, buena para hacer ladrillos, no para sembrar; tierra que ya no entiende de prisas, que pide paciencia a las raíces para dejarse penetrar, para dar frutos. Los hombres dejan de creer y abandonan a la tierra y a sus mujeres que conversan con ella, que la convencen con ternura que vuelva a ser fértil. La tierra es madre y hermana de las mujeres del páramo, juntas se acompañan, juntas cuidan la vida de los que ignoramos su existencia”. Luz María Yumbo Quezada, nos dice: “Quisiera que vinieran las mingas como antes, sembrar con abonos orgánicos, regar con aguas limpias. Por lo menos nosotros, las que aprendimos esas maravillas de hacer esos huertos sanos, tenemos que seguir con eso para tener hortalizas sembradas por nosotros mismos.”

Otra voz que defiende su voz es Zoila Vitalina Quezada Naula, ella nació en Bayán, provincia de Napo, ella sueña, ella inspira, ella reconoce y crece “La comunidad empieza a escuchar a las mujeres, encuentra sabiduría en sus palabras, aprecia su experiencia. La palabra empieza a ser de todos, el trabajo de la casa y la huerta de todos. El agua necesita el cuidado de todos”

El camino hacia un futuro sostenible

Para asegurar un futuro más equitativo y sostenible, es imprescindible que las mujeres rurales tengan acceso igualitario a la tierra, los créditos y los mercados. Desde ONU Mujeres Ecuador se han impulsado, a lo largo del tiempo, varios proyectos, uno de ellos ha promovido los bioemprendimientos como una solución para integrar la sostenibilidad ambiental con el empoderamiento económico de las mujeres rurales. Estos emprendimientos no solo generan ingresos, sino que también contribuyen a la conservación de la biodiversidad y promueven prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente, esenciales para la seguridad alimentaria a largo plazo.

Sin embargo, queda mucho por hacer. Las políticas públicas deben ser más inclusivas y garantizar que las mujeres rurales puedan acceder a los recursos productivos que necesitan para prosperar. La igualdad de género en las zonas rurales no solo es un derecho humano fundamental, sino también una condición indispensable para erradicar la pobreza, el hambre y proteger el medio ambiente.

Este Día Internacional de las Mujeres Rurales, es crucial reconocer su labor incansable y su rol indispensable en la producción de alimentos y la conservación de nuestros recursos naturales. Su empoderamiento es clave para construir un futuro más justo y sostenible para todos.