Narel Paniagua-Zambrana: “No se puede proteger ni conservar lo que no se conoce”

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Por más de 15 años, la etnobióloga boliviana Narel Paniagua-Zambrana ha dedicado su vida a la preservación y transmisión del conocimiento ancestral de comunidades indígenas y locales de Bolivia. Hace dos años obtuvo uno de los principales reconocimientos científicos a nivel global, el premio OWSD-Elsevier, un reconocimiento que comparte con las comunidades con las que trabaja y es una motivación más para seguir preservando el patrimonio natural de la región. Este año ONU Mujeres colaboró con ella y el Capítulo Bolivia de la OWSD en la organización un conversatorio por el Día International de la Niña y la Mujer en la Ciencia 2021. En esta entrega especial, la entrevistamos, para conocer más acerca de su carrera y los desafíos que enfrenta como científica.

 ¿Por qué decidiste estudiar una carrera científica?

Fui aceptada en un curso de Evaluaciones Biologías Rápidas, organizado por Conservación Internacional, en 1993. Allí, de la mano de uno de los especialistas mundiales más importantes en Flora Tropical, el Dr. Robin Foster, inició mi pasión por las plantas y descubrí lo maravillosamente diverso que es Bolivia. El curso fue realizado en el Parque Nacional Noel Kempff Mercado. Hasta ese momento, jamás había visto un bosque tropical.

Mi interés por estudiar el uso de las plantas, la etnobotánica, comenzó en una expedición organizada por Conservación Internacional en 1997, para inventariar la biodiversidad del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi, cuando aún no tenía esta categoría y no se conocía casi nada de su increíble biodiversidad.

Durante esa expedición conocimos a una pareja de “sabios” Tacana, ambos residentes de San José de Uchupiamonas, que durante todo un día nos mostraron y hablaron del uso que los Tacana hacían de las plantas.

Un par de años más tarde recibí mi primera beca para desarrollar mi primer estudio etnobotánico en San José de Uchupiamonas, con esta pareja y todos los comunarios como autores del primer libro, con el que devolví el conocimiento tradicional a esta comunidad indígena.

¿Qué retos encontraste en tu camino profesional? 

En las primeras etapas, ser joven y mujer fueron limitantes para que mi trabajo fuera reconocido. Era siempre la “mejor ayudante” y ahí quedaba. Poco a poco, con perseverancia y esfuerzo, logré posicionarme y llegaron a llamarme “colega”.

Lo triste en nuestra sociedad es que aún tenemos que “demostrar” que como mujeres, podemos tanto o más que los hombres. Sin embargo, toda esta experiencia solamente me ha ayudado a crecer como científica y ser más fuerte como mujer. El poder de resiliencia de las mujeres es sin duda una de nuestras virtudes más importantes.

En mi trabajo como etnobotánica, uno de los desafíos constantes es tratar de mostrar a los tomadores de decisiones y a los financiadores, la importancia de incorporar una participación activa de los miembros de las comunidades, no solo considerarlos como “la fuente de información”, sino como el eslabón esencial en la cadena de la conservación y el desarrollo sostenible.

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¿Qué te motiva a preservar el conocimiento ancestral del uso de plantas?

Mi motivación ha cambiado mucho a lo largo de los años que vengo colaborando con las comunidades indígenas y locales. Inició con una fascinación por la forma en la que las personas usan las plantas, y ahora se ha transformado en un respeto profundo por la forma en la que ellos se “relacionan” con las plantas.

Después de más de 15 años trabajando este tema, debo decir que la palabra “uso” no se ajusta para nada a la “relación” que las personas establecen con las plantas y les permite aprovechar sus beneficios.

Es una relación que involucra aspectos sociales, culturales, históricos, económicos y ambientales, y es tan compleja como fascinante.

Para aportar a entender esta compleja relación, nuestras investigaciones consisten en documentar este conocimiento y realizar la correcta identificación de las plantas a las que las personas atribuyen un uso. De esta forma tenemos la información de uso, nombres y clasificación locales proporcionada por los miembros de la comunidad, y además tenemos una colección científica de las plantas, que nos permite saber exactamente de qué especie estamos hablando.

Esta colección es depositada en el Herbario Nacional de Bolivia, el centro donde se encuentran depositadas las muestras científicas de todas las plantas que han sido identificadas en Bolivia, y que sirve para proteger el Patrimonio Natural de Bolivia.

Todas nuestras investigaciones han devuelto la información a las poblaciones locales en formatos e idioma escogido por ellos, y en muchos casos este material ha sido incorporado dentro materiales educativos en las escuelas locales. De esta forma, apoyamos a los procesos de transmisión de conocimiento entre generaciones, que en muchas comunidades se están perdiendo debido a tantos cambios sociales, ambientales y culturales. Ver la reacción de las personas, mayores y jóvenes, cuando tienen en sus manos los libros es una motivación más.

Un aspecto importante en todas nuestras publicaciones ha sido reconocer a los participantes locales como los autores principales en todas las publicaciones, incluidos artículos científicos publicados en journals internacionales. Esta forma de publicación asegura la propiedad intelectual de este conocimiento para los propietarios de este conocimiento, ya que al estar esta información en dominio público no puede ser patentada y además, pone en sus manos la decisión de cómo usarla.

Todas nuestras investigaciones son realizadas con un Consenso Previo Informado, que garantiza que cuenten con la aprobación y permiso de las comunidades donde trabajamos. Los métodos que aplicamos son discutidos y modificados de acuerdo con el requerimiento de ellos. De esta forma aseguramos que la información que generamos responda a una necesidad local y que a futuro pueda ser utilizada como una herramienta que les ayude a tomar mejor sus decisiones, de aprovechamiento, manejo y/o conservación de sus recursos o el conocimiento asociado a ellos. No se puede proteger ni conservar lo que no se conoce.

¿Cómo se puede mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables en las comunidades más apartadas a través de la ciencia? 

Los científicos deberíamos acercarnos más a las comunidades. Muchas investigaciones son planteadas desde afuera, respondiendo nuestras necesidades y prioridades, y desde nuestra perspectiva o interpretación de la realidad. Si nuestras investigaciones contaran con una participación de las comunidades, no solamente considerándolos para pedir el permiso, podríamos generar resultados que podrían beneficiarnos a ambos.

Si los miembros de las comunidades entienden el porqué de nuestras investigaciones, comprenden los métodos que aplicamos, pueden hacer sugerencias que son tomadas en cuenta, pero además ser parte de estas investigaciones, lo que significaría una transferencia de conocimiento. La apropiación de los resultados cumple el rol que debería cumplir y beneficiarían a las comunidades mediante el aporte de la ciencia.

Es importante tomar en cuenta que hablar de la calidad de vida de las personas, implica hablar de diferentes factores, por lo que necesitamos conformar equipos multidisciplinarios que nos permitan conocer y entender todos estos factores para poder dar soluciones adecuadas al contexto local, y no simplemente aplicar “recetas” que han sido generadas bajo contextos y realidades diferentes.

¿Cómo logras incidir en esferas de toma de decisión para mejorar la calidad de vida de las personas? 

Pienso que una forma de incidir en ámbitos de toma de decisión mediante nuestras investigaciones ha sido ayudándoles a conocer y comprender lo complejo, dinámico y diverso que es el conocimiento tradicional y la forma en la que las personas se relacionan con el medio donde viven.

El conocimiento es la forma en la que las personas nos relacionamos con nuestro entorno y nos permite adaptarnos a él, por lo que no es estático, cambia. Y en este último aspecto radica la importancia de estudiarlo continuamente.

Las comunidades locales y los pueblos indígenas tienen un conocimiento tradicional que les permite “relacionarse” con la naturaleza. Este conocimiento va mucho más allá de solo utilizarla para su beneficio. Entender esta relación permitiría comprender que es “calidad de vida” para ellos.

Su relación involucra muchos otros aspectos que debemos considerar cuando hablamos de conocimiento tradicional. Entenderlos, y aplicarlos como una herramienta para mejorar su calidad de vida es esencial, considerando que son parte integral de los ecosistemas naturales y culturales que deberíamos conservar como parte de esta calidad de vida que les quisiéramos brindar.

¿Cómo se logra pasar las tradiciones y conocimientos ancestrales a futuras generaciones y qué importancia tiene para ti? 

Existen varias formas de transmitir el conocimiento tradicional. En la mayoría de las comunidades, la transmisión es oral y mediante la práctica directa. Sin embargo, por diferentes razones, económicas, sociales e incluso políticas, estos procesos han ido cambiando e incluso, se han ido perdiendo.

Por ejemplo, la pérdida del idioma es una razón por la que mucho conocimiento se ha ido perdiendo. Las nuevas generaciones ya no hablan el idioma local, entonces es importante encontrar una forma de transmitirles este conocimiento, considerando todos estos cambios.

Aquí entra la importancia de documentar este conocimiento y ponerlo en sus manos en un idioma que ellos entiendan y usen. Muchas veces, al ver lo rico que es su conocimiento el siguiente paso de los jóvenes es aprender su idioma local.

Sin embargo, debemos entender también que este conocimiento es dinámico, cambia y se adapta. Entonces, aunque consideremos que cierto conocimiento se ha perdido, en muchos casos podremos ver que no es así, y que el conocimiento está y es aplicado cuando las personas lo necesitan. Este nivel de resiliencia ha sido muy poco estudiado.

Nuestras investigaciones buscan fortalecer estos procesos de transmisión en un mundo globalizado y en constante cambio. Entendiendo este aspecto importante podremos centrar mejor nuestros esfuerzos en que estos procesos tan importantes aún existan.

Hace dos años fuiste galardonada con el premio OWSD-Elsevier 2019 para mujeres científicas. ¿Qué representa esté premio para ti?

Personalmente fue muy fuerte, porque de un día para otro todo un país hablaba del premio, y de nuestras investigaciones. Pero yo no llegue sola aquí. Este premio no hubiera sido posible sin la colaboración de la comunidades indígenas y locales con las que desarrollamos las investigaciones. Ellos son la esencia de estas investigaciones y la razón por la que queremos proteger su conocimiento.

Vengo trabajando aproximadamente 15 años en estos temas, pero aprendí de mis profesores y mis colegas, que tienen mucho más tiempo trabajando en esto, así que no es algo nuevo en nuestro país. En Bolivia se hace ciencia de excelencia, que este premio ayudó a hacer visible.

Resalto la importancia del apoyo de mi familia, que nunca puso límites a mis sueños. La vida me permitió tener un compañero de vida que es mi colega en las investigaciones. La familia debe apoyar y creer en la mujer científica, y esto significa muchas veces relevarla de ciertas actividades que nuestra sociedad considera exclusiva de las mujeres.

Puedo resumir lo que significó recibir el Premio de la Fundación OWSD-Elsevier en tres palabras: visibilización, motivación y compromiso.

¿Qué consejo le darías a jóvenes que quieran seguir tus pasos?

Comenzaría diciéndoles que una mujer científica se forma siendo una niña educada. La educación es esencial y hay que poner un empeño especial en aprovechar esta fase, pero que sepan que si deciden dedicarse a las carreras científicas van a tener que trabajar muy duro, sobreponerse a muchos errores y aprender de ellos. Dejen de lado los prejuicios porque no existen actividades exclusivas de las mujeres. Las mujeres podemos ser lo que nosotras queramos ser. Aprovechen las oportunidades sin miedo y nunca se rindan.