Nemo Andy Cofenaie: “Debemos apoyar a las mujeres indígenas, en especial a las niñas, para que puedan estudiar y ejercer sus derechos”

A través del proyecto ProAmazonía, la lideresa indígena amazónica de la comunidad waorani Nemo Andy Cofenaie ha logrado la apertura de espacios de diálogo entre mujeres que han permitido avanzar la agenda de la igualdad de género. Dirigente de Salud de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía –CONFENIAE. Su proceso de lucha por los derechos de las mujeres indígenas responde a un legado familiar. Lidera la escuela Antisuyu Warmikuna, en la que trabaja con ONU Mujeres en la formación de lideresas que replican conocimientos en sus comunidades.

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¿Qué acciones promueves en tu comunidad para generar espacios seguros para las mujeres?

En nuestras comunidades las mujeres debemos tener espacios seguros donde podamos contar lo que nos está pasando.

En estos espacios se brinda consejería en temas como la educación, decisiones sobre el cuerpo y el fortalecimiento de la capacidad de decisión en sus hogares. Promovemos que más madres apoyen a sus hijas en la educación y no solo queden relegadas a los cuidados del hogar, la familia y el campo. Trabajamos también para disminuir el índice de machismo dentro de las comunidades, trabajando no solo con las mujeres sino también con sus hijos.

Debemos apoyar a las mujeres indígenas, en especial a las niñas para que puedan estudiar, para que puedan ejercer sus derechos, incluyendo el derecho a su economía y su cuerpo. Somos muy poquitas mujeres al frente de esta iniciativa y queremos que haya muchas más mujeres indígenas profesionales en nuestra comunidad, que no olviden su cultura y que miren con optimismo el futuro para que nos representen.

¿En qué consiste tu trabajo en ProAmazonía?

En Pro Amazonía lidero el tema de la escuela Antisuyu Warmikuna. Yo me vinculé en la segunda fase de la escuela y he sido muy activa en las actividades de revisión de los libros que se generan en el proyecto, así como el material audiovisual. Últimamente he estado muy relacionada y participando activamente en los procesos de capacitación de las lideresas que se convierten en replicadoras de todo lo aprendido en sus comunidades.

Trabajamos junto a ONU Mujeres para que este proceso se convierta en un espacio propio de las mujeres indígenas. Mi prioridad es que las mujeres que se están formando en este espacio se vinculen a las diferentes organizaciones indígenas, para que haya más mujeres indígenas en espacios de toma de decisión. Para eso nació la escuela Antisuyu Warmikuna, para fortalecer las capacidades de las mujeres indígenas, que ahora son lideresas en la región amazónica.

El trabajo con ONU Mujeres ha sido clave. Con su ayuda, este espacio se ha fortalecido, ya que, sin el mismo, las mujeres seguiríamos en la misma situación. No habría mayor organización dentro de las comunidades y cada quien trabajaría por su lado.

Con el apoyo de ONU Mujeres nos vamos uniendo más. Aún hay retos que afrontar, queremos que más mujeres de las once nacionalidades y veintitrés organizaciones que maneja la COFENAIE se unan. Nos ha fortalecido, ha facilitado que muchas mujeres descubran su voz y nos han ayudado a identificar más espacios tanto en lo organizativo como en la educación para que más mujeres cuenten con las herramientas para hacer respetar sus derechos.
 

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¿Cuáles son los desafíos más apremiantes de tu trabajo? 

Hay varios desafíos cuando trabajas por los derechos de las mujeres en las comunidades. El primero es que muchos hombres se molestan cuando hablamos de algo tan importante como son nuestros derechos más básicos.

Otro desafío que tenemos es el conflicto que surge entre las propias mujeres de la comunidad, ya que algunas se molestan cuando ven que otra compañera empieza a surgir. Necesitamos ser más unidas en el sentido que si una compañera crece, crecemos todas.

El aspecto económico es otro reto ya que nuestro trabajo requiere de varios recursos. Quisiéramos hacer muchas cosas a nivel comunitario, en especial en todo lo relacionado con nuestra cultura ancestral.

¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo? 

Hemos logrado que ocho mujeres waorani se profesionalicen a través de becas estudiantiles que les dieron la oportunidad de salir a estudiar. Tuve que buscar mujeres que realmente estuvieran decididas a estudiar y que no abandonaran el proceso a medio camino. Es algo muy bonito, ver como más mujeres de mi comunidad siguen triunfando y vuelan alto sin olvidar de dónde vienen, y luego ver cómo regresan a aplicar lo aprendido.

Otro logro significativo es que las mujeres waorani nos organizamos para poner un alto al tráfico de animales. A nivel comunitario logramos que se entienda este problema y así ponerle fin, porque cuidar a los animales también es cuidar nuestra naturaleza.

En el ámbito empresarial, hemos logrado revalorizar la artesanía waorani, para fortalecer nuestra cultura y además mejorar la economía de las mujeres que trabajan estas artesanías.

¿Qué temas se deben considerar para la construcción de un nuevo contrato social que sirva al bienestar de los pueblos indígenas y, en particular, de las mujeres indígenas?

Hay varios temas que nos preocupan. La igualdad de género es un tema que debemos seguir trabajando en las comunidades. También se debe pensar en la diversidad sexual y de género que existe en los pueblos indígenas. Me preocupa muchísimo cómo estos temas se abordan en nuestros jóvenes y también cómo las comunidades, como indígenas aprendemos a convivir con esta realidad. Hay mucho por hacer.

La conservación es otro tema que debe plantearse, pero desde un punto de vista en el que se consulte a las comunidades, que somos quienes verdaderamente sabemos cómo hacerlo. Hay que trabajar conjuntamente en iniciativas que puedan ofrecer soluciones sostenibles al ambiente y a las comunidades, integrando el cuidado del medio ambiente con la generación de fuentes de trabajo. Solo así podremos poder un freno real a las consecuencias del cambio climático en nuestros territorios.