Insumos para la política pública de inclusión financiera de jóvenes con enfoque de género

La inclusión financiera es una herramienta eficaz en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. La falta de acceso a los servicios financieros, per se, refleja inequidad social, y refuerza las condiciones de vulnerabilidad de las personas de menores ingresos. Diversos estudios demuestran que el acceso a productos financieros básicos, como las cuentas de ahorro, tienen como efecto, no solo el aumento del nivel de ahorro, sino también el aumento del empoderamiento de la mujer, de inversiones productivas, del consumo y de los ingresos. Los datos sobre inclusión financiera a nivel nacional muestran que un 49% de los ecuatorianos no posee cuentas en instituciones formales (Banco Central del Ecuador (BCE), 2021).

La distribución por sexo muestra que un 43% de las mujeres tienen una cuenta en el sistema financiero, frente al 60% de los hombres. Solamente el 8% de las mujeres han obtenido un préstamo del sistema financiero, frente a un 16% de los hombres. Los datos dan cuenta de la urgencia de promover la inclusión financiera de la población a nivel nacional. Al observar a la población en vulnerabilidad, solo 1.5 de cada 10 personas que participan en el programa Bono de Desarrollo Humano (BDH) reciben sus pagos en cuentas1. La población que no puede acceder a servicios y productos financieros tiene mayor dependencia de terceras personas, a quienes requieren para ahorrar y para solicitar créditos.

Las mujeres son, particularmente, quienes dependen de los padres o de la pareja para acceder a productos o servicios financieros. Con estos antecedentes, el proyecto para la inclusión financiera de la población joven en situación de informalidad inició con la recopilación de información de base e identificar los actores relevantes para la generación de compromisos y alianzas.