En el 2018 y 2019 se da la implementación y la entrada en vigencia de la Ley de Prevención y Erradicación de la violencia contra la mujer y miembros del núcleo familiar, y su consecuente reglamento. Esta Ley ya implementa el Sistema Nacional de Prevención y Erradicación de la Violencia de Género, es decir, ya las acciones de cada una de las entidades no pueden estar aisladas, sino que tienen que cohesionarse y articularse. Y es también interesante la propuesta que hace la Ley de Prevención y Erradicación de la Violencia, toda vez que amplía a otras modalidades de violencia que, si bien es cierto, no están contempladas en el COIP, también son importantes porque se subsumen en esta realidad y en este iceberg de la violencia, como la violencia simbólica, la violencia política, la violencia ginecobstétrica.Este es el paraguas normativo con el que contamos a nivel de leyes y en el que el Estado ecuatoriano tiene que desenvolverse sin dejar de lado también los estándares internacionales de Derechos Humanos.
- ¿Podría dar un ejemplo de algunas de estas herramientas que brinda el Protocolo a los fiscales en funciones?
Juana Fernández: Nosotros estamos trabajando con la Dirección de Talento Humano y con la Dirección de Capacitación de la FGE, en la prevención del burnout, la salud ocupacional. No podemos hablar de mejora continua en la administración pública desde esta óptica de modernización del Estado, si es que puertas adentro no garantizamos también una adecuada salud ocupacional para nuestros agentes y equipos fiscales que tratan diariamente con casos de violencia de género y que están expuestos a contenidos delicados, que devienen de los casos de violencia.
La prevención del burnout yo creo que es uno de los pilares fundamentales dentro del Protocolo y éste de alguna forma es revolucionario e innovador, porque entender las historias de vida de los funcionarios, brindarles espacios de catarsis emocional, el fortalecer herramientas de resiliencia y “habilidades blandas”, va a permitir que antes de ponerse la camiseta de funcionarios, se pongan la camiseta de personas; y eso es maravilloso para una institución pública. Una persona atendiendo a una sobreviviente de violencia, requiere empatía, sensibilidad y la prevención del burnout tiene que ser basada en esta mirada integradora, humanista, institucional.
- ¿Qué puede hacer la gente y nosotros mismos desde nuestras propias comunidades para ayudar a acabar con los femicidios y la violencia de género?
Juana Fernández: Tenemos que entender que nadie nace violento. Ningún niño o niña es violento porque quiere, ningún adulto es violento porque quiere, sino porque no existió una crianza positiva basada en la igualdad de género. Creo mucho en la crianza positiva y en la educación como uno de los pilares para reconstruir patrones socioculturales. Entonces deconstruir la violencia de género comienza desde los hogares, desde las instituciones educativas, desde nuestros núcleos más cercanos, al hablar de violencia de género ya conquistamos un montón.
Es importante no naturalizar la violencia desde la legitimación de sus patrones y eso se logra desde la educación, desde la perspectiva de lograr una crianza positiva en los hogares ecuatorianos. Coincido respecto a la prevención del delito, hablar de los canales de denuncia, socializar en diferentes espacios cómo colocar la denuncia, de que el silencio es cómplice del agresor, que no estamos solas, para que la víctima pueda comprender la situación y el círculo de violencia que están atravesando. Formar redes de contención y puentes colaborativos entre organizaciones de la sociedad civil y las instituciones públicas para la atención y mejora de los casos de violencia de género. Porque una víctima que llega a denunciar pasó un proceso muy duro para decidir hablar y esto inspira también a otras víctimas a que rompan el silencio.