Empoderar y prevenir la violencia basada en el género
El deporte es un valioso instrumento para empoderar infancias y adolescencias y prevenir la violencia. “Es un medio de socialización y contención donde aprendemos de otras personas, sin importar el sexo, el género, el color, la religión, la cultura o las costumbres. Debemos hacer comprender que todas las personas podemos ser y pertenecer, que tenemos el derecho de estar en el deporte y ser respetadas”, afirma Mara Gomez.
Para eliminar los estereotipos de género y la exclusión, los clubes e instituciones deportivas deben promover información y educación con perspectiva de género. “Las personas somos diferentes y tenemos el derecho de hacer deporte y ser respetadas. La cuestión sexual o de género no puede ser un impedimento para que en un futuro tengamos un deporte sin limitaciones y que las personas puedan hacer libremente lo que les guste”, sostiene Gomez.
Con el objetivo de empoderar a niñas y adolescentes a través de la creación de espacios físicos y emocionalmente seguros para la práctica del deporte y el desarrollo de habilidades para la vida, nació Una Victoria Lleva a la Otra (UVLO), una iniciativa conjunta de ONU Mujeres y el Comité Olímpico Internacional (COI), que surgió en Brasil como legado social de los Juegos Olímpicos Río 2016 y, en el caso de Argentina, de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Con una inversión de USD 1,102,140, el Programa posiciona a niñas y adolescentes como agentes de cambio para lograr la igualdad de género a través del deporte.
Para su implementación, el proyecto se desarrolló en colaboración con la organización internacional Women Win y los socios locales: Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), Fundación SES - Sostenibilidad, Educación, Solidaridad, y el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La iniciativa estuvo dirigida a chicas de barrios populares de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) de entre 12 y 18 años. Organizaciones de la sociedad civil, grupos comunitarios, clubes de barrio locales y otras instituciones comunitarias implementaron localmente el programa.
Hacia la eliminación de estereotipos y prejuicios
Inés García Volo, entrenadora y facilitadora del programa UVLO para el Club Malvinas Argentinas del Bajo Flores (CABA), alerta que, durante la infancia y la adolescencia, especialmente, las personas LGBTIQ+ son objeto de acoso y discriminación en la escuela.
Se organizaron talleres donde las jóvenes debatieron y aprendieron sobre autoestima, liderazgo, salud y derechos sexuales y reproductivos, violencia contra niñas y mujeres, maltrato, nociones financieras básicas, trayectoria educativa y proyecto de vida. Estos encuentros permitieron deconstruir estereotipos de género y normas sociales perjudiciales.
“Algunas de nuestras estudiantes se reconocían como bisexuales. A medida que íbamos realizando los distintos módulos, se apropiaban de su voz y compartían sus percepciones. Hicimos un cuadro para explicar qué es la orientación sexual, la identidad de género, cómo te gusta mostrarte al mundo, con qué ropa, qué peinado o qué actitud. Una alumna nos contó que tenía un vecino que siempre se vestía de mujer. Juntas debatíamos si él se consideraría travesti, y yo le decía ‘¿alguna vez hablaste con él? ¿Solo te llama la atención cuando se viste de mujer?’. Debemos hacernos esas preguntas en lugar de catalogar directamente”.
Otro de los aspectos trabajados fueron los prejuicios relacionados con la heteronorma y las enfermedades de transmisión sexual en torno a las personas LGBTIQ+. “Parece que las parejas heterosexuales están protegidas por algo invisible. Sin embargo, el VIH se les adjudica a personas homosexuales. Hay gente que piensa que, si alguien es gay, lesbiana o bisexual, tiene más probabilidades de tener infecciones de transmisión sexual” explica Inés.
Durante las actividades del Programa también se reflexionó sobre las supuestas diferencias entre el cuerpo del hombre y la mujer. “Hablamos sobre si el hombre tenía más capacidades para ciertos deportes; trabajamos bastante sobre los Juegos Olímpicos y la gran lucha para que pudieran entrar a competir mujeres y diversidades” agrega Inés.
Más canchas para las niñas en los barrios
La participación de las niñas y las jóvenes en el deporte fortalece su autonomía y tiene un efecto multiplicador para el liderazgo y autoestima, la salud, la prevención de la violencia de género y el empoderamiento económico. Sin embargo, en la transición a la adolescencia, ellas reciben menos incentivos que sus compañeros para desarrollar habilidades deportivas, gozan de menos autonomía sobre sus cuerpos y enfrentan la responsabilidad de proteger su salud sexual y reproductiva.
A pesar de que los deportes no tienen género, las niñas y las adolescentes siguen enfrentándose a desigualdades y falta de oportunidades. “Empecé jugando en el club de la esquina de mi casa. Algo que me quedó marcado cuando jugaba con varones es que el técnico de mi categoría no quería que jugara porque era una niña”, explica Lorena Benítez, futbolista y jugadora de la selección femenina argentina, quien inició en equipos mixtos porque no existían equipos exclusivamente femeninos.
Desde que en 2019 se profesionalizó el fútbol femenino en Argentina, se lograron cambios positivos en los clubes. “Hoy tenemos el lugar que nos merecemos”, expresa Lorena. Asimismo, se consiguió que las camisetas de las futbolistas incorporen sus apellidos, un paso más para dejar de ser invisibles. “Es bueno empezar a equipararnos con el fútbol masculino”.
A pesar de estos avances, aún quedan desafíos por lograr. “En los barrios populares las niñas deberían poder jugar sin pagar nada. Necesitamos que nos apoyen y nos den lo que realmente necesitamos. Las mujeres estamos haciendo esta lucha para dejarles el camino libre y no estar pendientes de luchar contra un mundo machista” sostiene Lorena.
El acoso escolar, un obstáculo para la infancia y la juventud
La violencia y el acoso escolar están muy extendidos y afectan a un número considerable de niñas y adolescentes. Según un estudio de 2021 del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH–UNESCO), Argentina es el segundo país de América Latina con más ciberacoso infantil, solo por detrás de México, seguida por Honduras, Costa Rica y Chile. Este trabajo muestra que el 80% de las víctimas de bullying virtual son niñas. El dispositivo más utilizado para este tipo de acoso son los smartphones y la aplicación preferida es WhatsApp, utilizada en el 74,3 % de los casos.
En este contexto, los y las estudiantes LGTBIQ+ a menudo padecen "gay bashing" (acoso escolar homofóbico) por aparentar o reivindicar una orientación sexual e identidad/expresión de género que no encaja en las normas de género binarias. “Hay acoso dentro de la escuela, mucho chiste con relación a la orientación sexual”, comenta Inés García, facilitadora de UVLO.
En torno al patrón de comportamiento violento de los varones adolescentes, Inés explica la conexión entre la masculinidad hegemónica y el patriarcado y la violencia de género. “Las estudiantes dicen que los varones actúan de forma grosera. Una de las alumnas nos contó que había sido acosada por un compañero, y que no había sido la única acosada por él. Hablamos de este ‘sentido común patriarcal’ basado en el supuesto de que el impulso del hombre no se puede contener. Hay una violencia y necesidad por parte de los varones adolescentes de defender su masculinidad”.
“Me preocupan los varones, esta sensación de que necesitan pelearse, imponerse y acosar. Es peligroso para nosotras y para ellos. Hay que seguir trabajando las masculinidades, porque no se puede lograr un empoderamiento real si no hay un trabajo conjunto en red, primero con las personas que suelen tener más vulneraciones en sus derechos” agrega Inés.
Por su parte, Sofía, una de las jóvenes que participó en los talleres de UVLO, comparte cómo los contenidos aprendidos le ayudaron a empoderarse. “Nos enseñaron educación sexual y a cuidarnos. No sabía sobre el grooming y el acoso sexual en las redes. Me enseñaron sobre las relaciones tóxicas, como los hombres controlan a sus novias”.
Sobre cómo responder ante una situación de violencia, Sofía recomienda al resto de chicas que lo cuenten. “Si les sucede algo, háblenlo con una persona mayor, para no sufrir acoso, violaciones… No se sientan culpables de eso”.
Respecto a sus aspiraciones, Sofía se siente orgullosa de seguir con sus estudios para tener un trabajo propio y no depender de nadie el día de mañana. “Me gustaría ser policía porque vivía en un ambiente muy malo, y también psicóloga, porque aquí me ayudaron mucho”.
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