El Impacto económico del COVID-19 en las mujeres de América Latina y el Caribe
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La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 ha demostrado los grandes desafíos que tenemos como sociedades, haciendo más evidentes las desigualdades de género: las mujeres son las más afectadas por el aumento de desempleo, la pobreza y la sobrecarga de cuidados no remunerados. .
¿A quiénes afecta más la crisis causada por COVID-19?
Artesanas paraguayas hacen frente a la crisis con solidaridad y autogestión
Se calcula que pandemia dejará en la región a 118 millones mujeres y niñas en la pobreza. La reducción de la actividad económica afecta en primera instancia a las trabajadoras informales que pierden su sustento de vida de forma casi inmediata, sin ninguna red o posibilidad de sustituir el ingreso diario en general.
Más de la mitad de las mujeres trabaja en sectores de alto riesgo de ser afectados por la contracción económica: comercio, trabajo doméstico, manufacturas, turismo, servicios administrativos, actividad inmobiliaria y el sector salud; donde las mujeres se encuentran sobrerrepresentadas en la primera línea de respuesta, pero con una participación minoritaria en la toma de decisiones frente a la pandemia.
Las mujeres están perdiendo sus empleos a un ritmo mucho mayor que los hombres. La tasa de desocupación de las mujeres en la región será de 15.2% – casi 6 puntos porcentuales que en 2019 (CEPAL/OIT, 2020 y proyecciones de desocupación). .
La situación de precariedad en las trabajadoras del hogar en América Latina y el Caribe se acentúa
El trabajo doméstico supone entre el 14,3% y el 10,5% del empleo de las mujeres en la región y más del 77,5% operan en la informalidad. Esto significa que una parte importante de ellas trabaja en condiciones precarias y sin acceso a la protección social.
Durante la crisis, las mujeres trabajadoras remuneradas del hogar ocupan un lugar crucial dentro de la respuesta por el papel central que desempeñan en el cuidado de niñas y niños, personas enfermas y dependientes y el mantenimiento de los hogares. Sin embargo, y a pesar de la enorme contribución que su trabajo significa en la vida de muchas personas, también son las más afectadas por la crisis. Según estimaciones de la OIT, el 70,4% de las trabajadoras domésticas están afectadas por las medidas de la cuarentena, por disminución de la actividad económica, desempleo, reducción de las horas o pérdidas de salarios.
Esto se debe, entre otras razones, a la situación de precariedad en el empleo que presenta este sector, caracterizado por bajos salarios y falta de prestaciones sociales para su supervivencia y el sostenimiento de sus familias ante situaciones de despidos o frente a la reducción de sus ingresos.
El impacto de la crisis por COVID-19 es diferente para las mujeres rurales, mujeres indígenas y mujeres afrodescendientes en América Latina y el Caribe
Además de realizar sus actividades productivas enfrentando desigualdades que las hacen trabajar de manera informal y una sobrecarga de tareas domésticas no pagadas en sus hogares, las mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes se enfrentan a obstáculos para acceder a recursos productivos como el agua, la tierra, insumos agrícolas, financiamiento, seguros, capacitación, entre otros; a esto se suman diversas barreras que les dificultan comercializar sus productos en los mercados.
La situación se ha vuelto todavía más adversa con la pandemia del COVID-19. Según las proyecciones, 6 millones de mujeres rurales de la región corren el riesgo de caer en la pobreza extrema.
Con la llegada de la pandemia, muchos negocios de personas indígenas y emprendimientos de mujeres se han visto afectadas. “Un alto porcentaje de empresas pequeñas y grandes está desapareciendo y con ellas ha caído la posibilidad de generar ingresos para muchos y muchas emprendedoras indígenas, afectando las producciones comunitarias de las que dependen centenares de familias”, explica María Tuyuc, presidenta de la Red Global de Empresarios Indígenas para América Latina.
La sobrecarga de trabajo no remunerado es un obstáculo en el empoderamiento económico de las mujeres y su autonomía
A causa del cierre de escuelas, centros educativos y guarderías, las mujeres han asumido gran parte del trabajo no remunerado adicional en el hogar. Antes de la pandemia, las mujeres de la región dedicaban más del triple de tiempo al trabajo no pago que los hombres.
Esto pone en evidencia la necesidad de mejorar el reparto de las tareas de cuidado y domésticas, seguido del establecimiento de un nuevo contrato social: el cambio cultural más importante que se requiere para avanzar en igualdad de oportunidades. La sobrecarga de trabajo no remunerado afecta principalmente a las mujeres en los hogares más pobres – hasta 39% más del tiempo.
El círculo vicioso entre cuidados, desigualdad, precariedad, exclusión y pobreza
La crisis por COVID-19 ha reafirmado la importancia del trabajo de cuidados pero también la injusta e insostenible distribución de las responsabilidades a la interna de los hogares.
Conoce más en el policy brief de ONU Mujeres y Cepal: Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de COVID-19: Hacia sistemas integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación
Los esfuerzos de recuperación deben poner a las mujeres en el centro
En ONU Mujeres trabajamos en alianzas para atender las necesidades inmediatas de las mujeres, asegurar sus medios de vida, el trabajo decente y la generación de empleos y oportunidades económicas, especialmente para los grupos de mujeres más afectadas por la crisis. Impulsamos el fortalecimiento de las mujeres empresarias, el acceso a mecanismos de financiamiento innovador y promovemos medidas de política para reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados como estrategias clave para Responder y Reconstruir Mejor con Igualdad.
Los sistemas de cuidados como motor para la recuperación económica de América Latina y el Caribe
Hacia una reactivación inclusiva que garantice los derechos de las mujeres y promueva la igualdad de género para una recuperación sostenible, la región requiere:
- Avanzar hacia un pacto fiscal y de género que tome en cuenta las necesidades de las mujeres para mitigar la emergencia e impulsar una reactivación sostenible y justa.
- Reforzar el financiamiento de políticas con foco en las mujeres durante y después de la pandemia: servicios integrales de atención en violencia de género, salud sexual y reproductiva y cuidados y garantizar un ingreso básico de emergencia a mujeres en situación de pobreza.
- Invertir en la economía del cuidado como dinamizador para una reactivación económica con igualdad incluyendo la formalización, remuneración y seguridad social de trabajadora/es.
- Redistribuir las responsabilidades del cuidado, avanzar en la transformación de los mercados laborales y lograr mayor corresponsabilidad entre el Estado, los hogares, el mercado y las comunidades.
- Expandir cobertura de programas de empleo y protección social para garantizar los derechos de las mujeres migrantes, afrodescendientes, indígenas, rurales, de comunidades de base y mujeres con discapacidad.