Declaración de Phumzile Mlambo-Ngcuka, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, con ocasión de la reunión de alto nivel en el 25º aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, 1 de octubre de 2020

Fecha:

[como fue pronunciado]

Señor Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas,

Señor Secretario General,

Excelencias, señoras y señores.

La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing marcó una nueva era en la lucha por la igualdad de género.

Ha llevado a avances importantes, entre ellos 274 reformas legales y regulatorias en 131 países. Las mujeres participan cada vez más en los procesos de paz. Se han reconocido crímenes por motivos de género en situaciones de conflicto y estos son juzgados de conformidad con las leyes del derecho internacional. Las vidas de las niñas y las mujeres se han visto beneficiadas por un incremento de la matriculación escolar y avances en la salud materna y la autonomía de sus cuerpos. Ser conscientes de que las niñas tienen desafíos específicos y diferentes ha permitido abordar prácticas nocivas como la mutilación genital femenina.

En 1945, la fundación de las Naciones Unidas fue un momento decisivo y de valentía. En esa época, no había mujeres jefas de Estado o de gobierno. En 1995, en Beijing, había 12 mujeres jefas de Estado o de gobierno. Hoy tenemos 22 mujeres líderes repartidas entre 193 países.

En general, esto indica un progreso, pero todavía no es suficiente, y es demasiado lento.

El liderazgo de las mujeres, incluidas las jóvenes, es vital ante la necesidad urgente de reconstruir de la mejor manera posible después de la COVID-19. Las mujeres y personas de todo el mundo exigen estos cambios.

En la Década de Acción y en el contexto de los ODS, ya no hay excusas para estos desequilibrios.

El multilateralismo y las Naciones Unidas son indispensables; las mujeres creen en ello, y en que deben ser todavía más inclusivos.

Actualmente, las mujeres instan a conseguir el 50 por ciento de representación, o la paridad en todas las esferas, incluidos los gabinetes, las juntas directivas corporativas y todos los sectores de la economía. También se debe incluir a las mujeres como beneficiarias de los paquetes de estímulo fiscal para la COVID-19, lograr que participen en todos los procesos de paz y que se cierre la brecha digital.

Contamos con las herramientas básicas para hacer retroceder la pobreza extrema.

Tenemos que empezar ahora, con los compromisos de sus Excelencias en esta conmemoración, para recuperar y avanzar a partir de los modestos logros alcanzados desde 1995, que ahora se ven amenazados.

Tenemos que dar pasos grandes y decididos, no pasos graduales.

Este es el momento de quienes quieren romper con lo establecido, tanto jóvenes como mayores. El momento de realizar acciones para cambiar el curso de la historia para las mujeres y las niñas, especialmente para las mujeres de entre 25 y 34 años, que cada día tienen más probabilidades de vivir en la pobreza extrema que sus homólogos masculinos. Es el momento de erradicar leyes y normas discriminatorias y la homofobia, de poner fin a la violencia de los hombres contra las mujeres y las niñas, y de emprender un esfuerzo coordinado para que las mujeres sean las protagonistas de la justicia climática.

Este liderazgo audaz debe venir acompañado de una voluntad política inquebrantable, proporcional a los desafíos, junto con inversiones urgentes para respaldar las declaraciones, especialmente inversiones en organizaciones de mujeres, en jóvenes feministas que lideran el cambio, y en ministerios y entidades de mujeres.

Nuestro Secretario General ha demostrado cómo la voluntad política y la determinación desde arriba pueden llevar a la paridad en la alta dirección de las Naciones Unidas y entre los Coordinadores Residentes.

Nos encontramos en una encrucijada. El futuro necesita un compromiso intergeneracional significativo con todas las razas, los géneros y las personas con capacidades diferentes, para que en todas partes del mundo, una niña de 10 años en 2020 se convierta en una joven con un futuro brillante en 2030.

Doy las gracias a todas las personas que participan en nuestro foro de múltiples partes interesadas “Generación Igualdad”, incluidos gobiernos, la sociedad civil, el sector privado, las y los jóvenes y los hombres y niños, líderes de las Coaliciones de Acción, y a nuestros países copresidentes, Francia y México, por abordar los asuntos pendientes. Y felicito a la sociedad civil y a la juventud por su impaciencia radical y constructiva que impulsará cambios concretos a escala para asegurar que ninguna niña o mujer quede atrás.

Agradecemos a las Naciones Unidas su irreemplazable capacidad de convocatoria, especialmente en momentos históricos, como lo hizo en 1945, en 1995 en Beijing, y en 2010, cuando nació ONU Mujeres.

El impacto desproporcionado de la COVID-19 en las mujeres, tanto en la sociedad como en la primera línea, donde las mujeres son la mayoría de quienes salvan vidas, es un momento que marca un hito.

Las mujeres del mundo creen en las Naciones Unidas y en la solidaridad de las naciones. Y creen también que “nosotros los pueblos”, todas y todos juntos, podemos cambiar el futuro.

Está en nuestras manos.