Fotoreportaje: Para las adolescentes de Brasil, un logro lleva a otro logro
Fecha: 28 July 2016
Cada día después de la escuela, 30 niñas se reúnen en la villa olímpica de Mangueira —uno de los 22 espacios públicos con instalaciones deportivas gratuitas gestionadas por el municipio al norte de Río de Janeiro— para jugar al baloncesto.
Sus edades oscilan entre los 10 y los 14 años y proceden de distintos barrios, escuelas y entornos. Jugando juntas, han estrechado vínculos como equipo y como amigas.
Dirigidas por la entrenadora Ellen Rosa, las niñas realizan ejercicios físicos, aprenden lo esencial del baloncesto, las tácticas y las técnicas, y se preparan para la competición. Trabajan mucho para mejorar sus habilidades y dar lo mejor de ellas mismas en la cancha.
Para muchas de ellas, el deporte les ofrece una vía de escape saludable a las transformaciones físicas, emocionales, mentales y sociales de la adolescencia. En la pubertad y la adolescencia, la autoestima de las niñas se hunde el doble que en el caso de los niños puesto que sus libertades y oportunidades disminuyen.
El deporte las ayuda a ganar confianza en su fuerza y sus habilidades, que posteriormente pueden aplicar para superar otro tipo de obstáculos. Cuando la práctica deportiva se combina con espacios seguros y oportunidades de aprendizaje holístico para la vida, se empodera a las niñas y se impulsa su autonomía.
Esta es la premisa del programa “One Win Leads to Another” (Un logro lleva a otro logro), organizado conjuntamente por ONU Mujeres y el Comité Olímpico Internacional (COI), en asociación con Women Win, Bola Pra Frente, Instituto Agenda y el Comité Olímpico Nacional de Brasil, con el respaldo de la Fundación deportiva de la lotería postal de Suecia.
Cada miércoles, el equipo de baloncesto dedica una hora a participar en las sesiones que el programa incluye para fomentar habilidades para la vida. En un espacio seguro, divertido y agradable, se reúnen con la psicóloga Sara Santos, una de las 50 facilitadoras que imparten el programa.
Durante esa hora, las niñas aprenden a expresarse mejor, a enfrentarse a las desigualdades de género y a desarrollar habilidades de liderazgo. Asimismo, adquieren un mejor conocimiento sobre su propio cuerpo, reciben información sobre salud sexual y reproductiva, aprenden maneras de prevenir la violencia y qué hacer si ésta tiene lugar.
Durante las sesiones, las niñas se sientan en círculo e intercambian ideas y opiniones, compartiendo también historias personales. Sara explica que uno de sus objetivos es ampliar el concepto que tienen de lo que significa ganar: “Quiero que comprendan que ser una ganadora no se trata sólo de ganar un partido, sino también de hacer suya la fuerza que les ofrece el deporte y aplicarla en la vida”.
Por otro lado, el espacio seguro brindó al equipo una oportunidad de resolver un conflicto entre dos de sus integrantes. “Habían dejado de hablarse y ni siquiera se pasaban la pelota durante el entrenamiento. El equipo se había roto”, recuerda Sara. Durante una sesión sobre cómo comunicarse correctamente y resolver conflictos, las integrantes del equipo hablaron sobre la situación. “Las dos niñas decidieron dejar atrás sus diferencias, puesto que el equipo y el deporte eran más importantes para ellas que su desacuerdo”.
La entrenadora Ellen Rosa se siente orgullosa de las niñas y está contenta de ver cómo su amistad se hace cada vez más fuerte. “Confían las unas en las otras más que nunca y eso está mejorando su rendimiento en la cancha. Desde que empezó el programa nos hemos ido uniendo cada vez más. Ahora las niñas se sienten más cómodas para recurrir a mí cuando necesitan consejo o se enfrentan a problemas personales y yo he aprendido a hablar con ellas sobre algunas de estas cuestiones”.
Con el deporte como herramienta para reducir las desigualdades de género y fomentar la autoestima y las habilidades para la vida entre las adolescentes, el programa “One Win Leads to Another” se propone llegar a 2.500 niñas de aquí a principios de 2017 y actualmente está activo en casi 20 villas olímpicas de Río de Janeiro.
Crédito para todas las fotos: ONU Mujeres/Gustavo Stephan