Trabajando juntas por la reivindicación de los derechos y la dignidad de la mujer afrodescendiente

Hace 29 años, mujeres negras de 32 países de América Latina y el Caribe, decidieron visibilizar las luchas y resistencia de las mujeres afros y precisar estrategias de incidencia política para ayudar a mejorar su calidad de vida y a erradicar el racismo y la discriminación desde una perspectiva de género. A raíz de ese histórico encuentro en República Dominicana, cada año, el 25 de julio se conmemora el Día de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora.*

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Ser mujer y afrodescendiente en América Latina y el Caribe es un desafío en el que se vive una triple discriminación originada por género, raza y pobreza.

El debate sobre la autonomía económica de las mujeres afrodescendientes destaca el papel que cumplen las desigualdades de género y condición étnico-racial sustentadas en la división sexual y racial del trabajo, producto no solo de la asignación prioritaria a las mujeres de las tareas de trabajo no remunerado, centradas fundamentalmente en la reproducción social y asociadas sobre todo al cuidado, sino también de una construcción social histórica en América Latina y el Caribe que ha empujado a las personas racializadas, y en especial a las mujeres, al trabajo precario tanto en la esfera reproductiva como en la productiva (CEPAL).

La división sexual del trabajo, además de representar una mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados para las mujeres, tiene como otros efectos el trabajo precario e informal, la discriminación salarial, las desigualdades en el acceso y en la estabilidad del empleo y en el uso y control de los recursos, la desprotección social, las disparidades en las filiaciones a sistemas de pensiones y a la protección social, y proyecciones de pobreza más altas que la de los hombres en la vejez.

María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, indica que "no es posible superar los grandes desafíos que enfrenta la región sin emprender acciones transformadoras para avanzar en el reconocimiento, protección y garantía de los derechos de las mujeres afrolatinas, afrocaribeñas y de la diáspora en igualdad de condiciones.”

En busca de soluciones a los apremiantes problemas que las aquejan, fue que surge la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Caribeñas. En esta entrega especial, ONU Mujeres entrevistó a un grupo de coordinadoras subregionales de la red para hacer un balance de los logros y desafíos que enfrentan a casi 30 años de su fundación.

 
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La activista afroboliviana Caren Paola Yañez, coordinadora general de la red que tiene presencia en 23 países de la región, señala que, a casi 30 años del Primer Encuentro de Mujeres Negras, la red camina a paso firme para cumplir con sus objetivos.

"Se ha constituido como un espacio de articulación de las mujeres afrodescendientes para la construcción de sociedades democráticas, equitativas, justas, multiculturales, libres de racismo, discriminación racial, sexismo y exclusión. Combatimos la opresión de género y raza exponiendo la condición de marginalidad vivida por las mujeres afrodescendientes en la región y la lucha contra los estereotipos y prejuicios que recaen históricamente sobre ellas. Promovemos la participación de las mujeres afrodescendientes en todas las esferas de la vida pública, especialmente en los espacios de toma de decisiones.”

 

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Uno de los objetivos para los que se conformó la red, según la activista Valdecir Nascimento, coordinadora de la red en Brasil, es conectar los diálogos entre América Latina, el Caribe, la región y la diáspora, para reflexionar sobre la situación, las especificidades y las similitudes de las experiencias de las mujeres negras. “Esto nos permite proponer estrategias de incidencia que permitan reducir las desigualdades, enfrentar la opresión, el racismo, el sexismo y la homotransfobia.”

“No podemos perder de vista que cuando fundamos la red en República Dominicana en 1992, queríamos fortalecer las voces de las mujeres negras en todas las regiones y tomar una posición global en todo lo que afecta a la vida de las mujeres y niñas negras. La participación activa de Brasil en la red busca transformar nuestro activismo en un activismo internacional.”

En cada subregión, las coordinadoras priorizan temas que contribuyen a mejorar la calidad de vida de las mujeres afro en América Latina y el Caribe, reconociendo los desafíos propios de su entorno y buscando soluciones oportunas que, a su vez, se enmarcan en un contexto más amplio, con resonancia regional.

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Audes Jiménez González, afrofeminista colombiana y defensora de derechos humanos, forma parte del equipo de coordinación de la Región Andina. “Uno de los desafíos que enfrentamos es fortalecer y ampliar la incidencia política de la red en los niveles nacionales hacia la construcción de políticas afirmativas en relación a la autonomía económica de las mujeres, el emprendimiento e impulso de la creatividad y habilidades artísticas que proyecten y fortalezcan la identidad africana en la región.”

“Este desafío también está enmarcado en el desarrollo de la escuela de empoderamiento social, cultural, económico y político de las mujeres afrodescendientes, para la cual estamos gestionando recursos técnicos y financieros” agrega Jiménez González. 

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Milene Molina Arancibia, feminista antirracista y activista chilena, defensora de derechos humanos, es la coordinadora de la red en el Cono Sur. “Nuestro desafío principal es lograr que las mujeres afrodescendientes del Cono Sur tengan una participación activa en sus respectivos países, ya sea en los espacios institucionales como en los de activismos y así, por estas dos vías u otras que surjan en el camino, lograr acciones afirmativas o políticas públicas a favor de las personas afrodescendientes de sus respectivos países.”

Incrementar las capacidades de las jóvenes afrolatinas y afrocaribeñas

Según Audes Jiménez González, parte de la clave está en ampliar la base social de las nuevas generaciones, en la formación de liderazgos jóvenes y la construcción de agendas comunes a favor de la igualdad y liderazgos que reduzcan las brechas generacionales.

 

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Lídice Chávez Gammie, coordinadora regional para Centroamérica, indica que en su subregión la red ha priorizado la promoción de los liderazgos de mujeres y jóvenes afrodescendientes y el involucramiento de las mismas en la elaboración de herramientas para la demanda de los derechos de la juventud y mujeres afro y multiétnicas.

“En vista de la creciente ola de deslegitimación y criminalización de los activismos, la red ha visto la necesidad de continuar fortaleciendo las bases, desde la creación de espacios de reflexión orientados hacia el reconocimiento del autocuidado, así como la autogestión de herramientas de seguridad.”

El reconocimiento del diálogo intergeneracional forma parte de la esencia de la red y constituye un pilar importante para ellas, reforzando su identidad.

"Somos las jóvenes quienes debemos hablar por nosotras mismas y quienes debemos trabajar en las herramientas necesarias para poder continuar demandando nuestros derechos. Es importante que haya procesos intergeneracionales y no podemos negar el aporte de las mujeres que nos han antecedido y las que nos acompañan en este caminar.

“Para mí, la clave ha sido el poder encontrarme en las demás mujeres jóvenes y poder resignificar y posicionar mis, sus y nuestras demandas. El lograr concertar espacios de mujeres jóvenes ha sido un reto, por el factor de recursos y la gran limitación impuesta por el COVID-19 de poder encontrarnos. Sin embargo, lo hemos superado trasladando nuestro accionar y espacios de reflexión y construcción colectiva a lo digital.”

“Con tremendo orgullo podemos decir que mujeres afrodescendientes ocupan espacios de poder y decisión, poniendo en primer lugar su identidad de mujeres negras y abriendo caminos para las que vendrán sigan con esta tarea, que como mayor deuda es ver que los Estados aún no asumen la existencia del racismo,” indica Milene Molina Arancibia.

Es fundamental incorporar la participación de las mujeres afrodescendientes en el diseño e implementación de las políticas públicas concebidas desde una perspectiva interseccional.

Según la CEPAL, su presencia en las instituciones estatales y las estructuras de poder al más alto nivel es una condición necesaria para que las instituciones sean más sensibles a las intersecciones entre género y raza y etnia en el diseño e implementación de políticas públicas y para garantizar que las políticas sean más adecuadas a las necesidades y propuestas de las mujeres afrodescendientes.

El camino por recorrer

Audes Jiménez González asegura que “la agenda pendiente está de cara al avance de nuestra plataforma política. Si bien se han obtenido avances, estos siguen siendo muy pocos frente a las necesidades que siguen teniendo las mujeres afrodescendientes.”

“Necesitamos continuar la incidencia ante instancias gubernamentales e intergubernamentales para la formulación e implementación de políticas públicas que afirmen modelos de desarrollo sustentado en el reconocimiento y respeto de las identidades étnicas, raciales y de género y las problemáticas comunes a toda la región entre las que se destacan la pobreza, los bajos niveles de participación política, la migración, la violencia contra las mujeres, niñas, adolescentes y el VIH/sida.”

A nivel regional se han sumado otros grupos de mujeres afrodescendientes a estos esfuerzos de visibilización y reivindicación de los derechos y la dignidad de la mujer afrodescendiente.

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Gloria Nuñez de Silva, coordinadora de la Asociación Afroamérica XXI Guatemala, señala que “tenemos el desafío de ser visibilizadas en todos los espacios de toma de decisión. Tenemos que empoderarnos en procesos formativos sobre temas pertinentes a nuestra herencia cultural africana real para despertar nuestro sentido de pertinencia y tener las herramientas necesarias para la incidencia política.”

La Asamblea General de la ONU proclamó 2015-2024 Decenio Internacional para los Afrodescendientes, mediante la resolución 68/237, citando la necesidad de fortalecer la cooperación nacional, regional e internacional en relación con el pleno disfrute de los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de las personas de ascendencia africana, y su plena e igualitaria participación en todos los aspectos de la sociedad.

El desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe, la región más desigual del mundo, solo será posible mediante un enfoque inclusivo, multidimensional e interseccional que enfrente las desigualdades y priorice a las personas más rezagadas, particularmente las poblaciones afrodescendientes y otras en estado de vulnerabilidad.

La Agenda Regional de Género, constituida a lo largo de 40 años de Conferencias Regionales sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, también incorpora de manera robusta la temática de las mujeres afrodescendientes y de la interseccionalidad étnico-racial y de género.

Como lo indica la CEPAL, comprender la situación de las mujeres afrodescendientes en América Latina y el Caribe desde una perspectiva integral, que incluya la perspectiva de derechos humanos y de género, solo es posible sobre la base del análisis interseccional y de cara a las propuestas de desarrollo sostenible.

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* Diáspora: Implica la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia originaria y que se encuentran repartidos por el mundo).



Conozca más:

Red Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora

Programa de actividades del Decenio Internacional para los Afrodescendientes

Afrodescendientes y la matriz de la desigualdad social en América Latina

Mujeres afrodescendientes en América Latina y el Caribe: deudas de igualdad