Declaración de ONU Mujeres: Día Internacional del Migrante 2020

Los derechos humanos y la igualdad de género como elementos centrales de los programas y las políticas de migración

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En conmemoración del Día Internacional del Migrante, ONU Mujeres reconoce y celebra las enormes contribuciones realizadas por las mujeres migrantes de todo el mundo, muchas de las cuales están trabajando en la primera línea de la crisis de la COVID-19, al prestar servicios en sus comunidades como profesionales capacitadas en el ámbito de la atención sanitaria, personal de limpieza, proveedoras de comida a domicilio y trabajadoras agrícolas.

Para muchas mujeres migrantes de todo el mundo, las desigualdades de género generalizadas, sumadas al racismo sistemático, la violencia y otras formas de discriminación, hacen que la pandemia haya tenido un efecto devastador en sus medios de vida y su salud. Muchas de ellas perdieron sus empleos, mientras que otras se enfrentan a un mayor riesgo de infección debido a que la modalidad de trabajo a distancia simplemente no se encuentra entre sus opciones. Un gran número de mujeres migrantes tienen empleos vulnerables, mal remunerados y sin protección laboral, por lo que están más expuestas a ser víctima de violaciones de los derechos humanos y laborales, incluso de caer en las redes de trata antes de llegar a su destino. A raíz de que tan sólo un 22 % de las trabajadoras migrantes del mundo cuentan con protección social, las redes de seguridad financiera que algunos países establecen para mitigar la pérdida de ingresos a menudo no están disponibles para las mujeres migrantes y sus familias. Con las fronteras cerradas y las restricciones de viaje vigentes, muchas mujeres migrantes no han podido abandonar los países donde trabajan, a la par que los índices de violencia sexual y de género han aumentado, y la vulnerabilidad económica y su desesperación las pone en mayor riesgo de ser víctimas de la trata.

A pesar de estos desafíos, las mujeres migrantes siguen aportando beneficios vitales a sus países de origen, tránsito y destino. Todos los años, unas 100 millones de mujeres migrantes envían remesas a sus países. Y si bien persiste la brecha salarial de género, tienden a enviar una mayor parte de sus salarios que los hombres, además de hacerlo con más regularidad. Estas contribuciones ayudan a sostener las economías de muchos países y representan un sustento para las familias y las comunidades, algo que es especialmente importante durante las épocas de crisis. En la actualidad, ante la pérdida de más de 495 millones de empleos desde el inicio de la pandemia —muchos de ellos en el sector de los servicios, que da empleo a un 74 % de las mujeres migrantes—, las familias que dependen de estas remesas están atravesando una situación de mayor vulnerabilidad.

Aparte de sus contribuciones financieras significativas, las mujeres migrantes también aportan beneficios sociales importantes, entre ellos, la adquisición y transferencia de competencias, conocimientos, ideas y normas sociales. Dok Samuon, una trabajadora de la construcción en Tailandia, regresó a Camboya, su país de origen, después de que la pandemia de la COVID-19 arruinó sus perspectivas laborales. Hoy en día, es miembro de un grupo de redes de trabajadoras migrantes repatriadas que comparten recursos, información y experiencias migratorias. "Ayudamos a las futuras trabajadoras migrantes a estar informadas sobre los servicios disponibles en caso de violencia, los números telefónicos de emergencia y qué hacer ante cualquier incidente que les ocurra en los países de destino", comenta.

Los efectos considerables en la salud y el bienestar de las mujeres migrantes durante la pandemia de la COVID-19 ponen de relieve cuán importante es que todas las personas migrantes, independientemente de su condición migratoria, tengan acceso a servicios con perspectiva de género. El costo para el estado mental, emocional, de salud y social de las mujeres migrantes, asociado con el aislamiento y la soledad, que lleva a un mayor riesgo de sufrir violaciones de los derechos humanos, se pasa por alto con demasiada frecuencia. Para hacer frente a este problema, debe priorizarse el acceso a servicios integrales, incluido el apoyo psicosocial indispensable, para todas las personas migrantes.

Con la aprobación y aplicación del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que abarca todas las dimensiones de la migración internacional de manera holística e integral, los países tienen una nueva oportunidad de convertir a los derechos humanos y la igualdad de género en elementos centrales de sus programas y políticas de migración. Juntas y juntos, debemos asegurarnos de cubrir las necesidades específicas de las mujeres migrantes, tanto durante la recuperación de la pandemia de la COVID-19 como en el futuro. 

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